Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
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Identificación

Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo VIII

Juan José López de Sedano
1774

Resumen

El prólogo del tomo octavo se centra, fundamentalmente, en los criterios y metodología seguidos para elaborar las noticias biobibliográficas de los autores cuya selección de poemas sucede.

El compilador critica que existan obras que constituyan monumentos de erudición porque, a pesar de su ingente trabajo y profundidad, no son muy accesibles o, cuando menos, manejables, por los lectores. Así, el riojano distingue entre quienes aportan toda esa serie de datos, dando lugar a largos ensayos con innumerables datos, y los que recogen en sus publicaciones «todas las fuentes, lugares y documentos de donde han tomado las noticias», siendo así para que el público sea conocedor de la ardua tarea llevada a cabo por el investigador. No parece que uno y otro tipo sean excluyentes, aunque, desde luego, no es el modelo que pretende seguir Sedano en su Parnaso. No renuncia a que las biografías que incluye sean leales a los documentos manejados, solventes y contrastadas, pero no cree que la prolijidad deba formar parte de su colección, que persigue las «leyes del compendio». Así, Sedano aúna en su obra la investigación rigurosa y la síntesis en las noticias biobibliográficas para que sean asumibles por el lector y no se dificulte su comprensión; interesa la visión global que permita esa instrucción del público que rodea toda obra neoclásica, no la pedantería tan de moda en algunos círculos ilustrados.

Metodológicamente, el colector parte de algunas fuentes documentales, que cita, tras lo que sintetiza la información encontrada y da cohesión a los textos, de manera que en ellas encontramos partes con reelaboración de Sedano, intervenciones que permiten que la obra sea accesible a los lectores medios y, también, a los eruditos. La ordenación de las noticias no es cronológica, como tampoco lo es la selección de poemas, quedando ocultos para la crítica los verdaderos criterios que sigue para esto. No incluye tampoco un número determinado de biografías en cada tomo —como sí ocurre con los retratos, que suelen ser dos, tal y como se explica en el resumen del tomo noveno—, sino que dependerá de qué autores estén incluidos en el volumen en cuestión: siempre se explicará la vida y obra de un autor que tenga poemas en dicho tomo.

Tras el prólogo se incluyen las noticias biobibliográficas de los siguientes autores: Juan de la Cueva, Gutierre de Cetina, Francisco López de Zárate, Francisco de Rioja, Juan Boscán, Luis Martín de la Plaza y Fernando de Herrera, siendo la de este último un suplemento a la ya publicada en el tomo séptimo. A continuación, se sitúan las composiciones de Cueva, Francisco Sá de Miranda, Cetina, Diego Hurtado de Mendoza, Lope de Vega (incluyendo un soneto de su heterónimo Tomé de Burguillos), Francisco de Quevedo (también con su heterónimo Francisco de la Torre), López de Zárate, Bartolomé Cairasco de Figueroa, Rioja, Francisco de Borja, Baltasar del Alcázar, Gaspar Gil Polo, Miguel de Cervantes, Luis Zapata, Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, Vicente Espinel, Esteban Manuel de Villegas, Boscán, Martín de la Plaza y Pedro Laínez, concluyendo el tomo con los juicios críticos y las erratas.

Descripción bibliográfica

López de Sedano, Juan José, Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Por Don Juan Joseph López de Sedano, Caballero pensionado de la Real y distinguida Orden española de Carlos Tercero, y Académico de la Real Academia de la Historia. Tomo VIII, Madrid: Antonio de Sancha, 1774.
xlii + 402 + xlvii pp.; 8º. Sign.: BNE 2/71377.

Ejemplares

Biblioteca Nacional de España

PID bdh0000254183

Bibliografía

Consúltese Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo I.

Cita

Juan José López de Sedano (1774). Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo VIII, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<http://212.128.132.174/d/parnaso-espanol-coleccion-de-poesias-escogidas-de-los-mas-celebres-poetas-castellanos-tomo-viii> Consulta: 23/11/2024].

Edición

PRÓLOGO

Como una de las principales partes de esta obra —y no la menos útil para el público— sea la noticia histórica de los ilustres poetas españoles, y atendiendo también a otras razones políticas que nos asisten [1], conviene enterarle de la economía que se ha observado en esta idea, especificando lo que dejamos ya insinuado en los tomos antecedentes.

En la suposición de que en las memorias de nuestros famosos poetas tratamos las de los más ilustres sabios que ha tenido la nación, como lo va acreditando la experiencia, no podemos menos de hacer ya patente este oculto designio, que fue uno de los principales que nos movieron a emprender el proyecto y, por consecuencia, se debe deducir que, si por fortuna hubiese caído en manos más eruditas, había llegado la ocasión de proporcionar uno de los más estimables monumentos de nuestra historia literaria; pero, al mismo tiempo, no sería temeridad presumir que no ha ocurrido muchos años ha en España a un escritor proporción más adecuada para ostentar un grande aparato de erudición intempestiva bajo el pretexto de instruir al público con la expresión y crítica menudencia de las opiniones y controversias ocurridas entre los autores sobre la patria, estado, hechos y escritos de los poetas. Así que fácilmente pudiéramos haber seguido este ejemplo, hacinando una porción de especies literarias, aunque impertinentes, y en esta ocasión que nos cabe granjear con poco sudor la opinión de eruditos, aunque fuese a costa de la paciencia y de la verdad, formando de cada noticia un centón de los muchos a que han tenido valor de llamar vida sus autores.

Porque es necesario considerar que esta operación de ilustrar a los escritores o poetas con las memorias de su vida y escritos no ha padecido en España menos corrupción que las de anotar y comentar sus obras [2], bien que si en ellas la abundancia puede en parte contribuir al abuso, pero la escasez de la presente se hace mucho más intolerable.


Dos clases de escritores son los que le han fomentado y extendido y que, en cierto modo, se puede decir que ha sucedido a los glosistas molestos del siglo pasado. La una es la de aquellos que han reducido la ilustración que pensaban dar a su autor a una enorme, cruda y apelmazada masa de especies extravagantes, reflexiones intempestivas, discusiones inútiles, autoridades y sentencias con que no dejaban a vida ningún filósofo ni poeta de la Antigüedad, genealogías, símiles, comparaciones y textos en que apenas encontraba el lector, después de bien fastidiado, dos o tres cosas conducentes al autor de que se trataba. La otra clase de ilustradores parece que se distingue en seguir la contraria de los antecedentes. Estos son aquellos que, espiritándose por depurar o desmenuzar con pueril tenacidad todas las menudencias respectivas a los particulares de la patria, hechos y producciones de su escritor o poeta, han querido echar a volar y manifestar al público todo el trabajo que les ha costado y el tropel de apuntamientos que ha hacinado para la formación de sus memorias, señalando y especificando a los lectores todas las fuentes, lugares y documentos de donde han tomado las noticias, contrayendo las autoridades de una porción de autores para apoyar las cosas más impertinentes y excusadas o para la justificación de algún hecho que tal vez se queda en su misma incertidumbre, con que abordan un centón insoportable de citas y varias lecciones, observando en todo aquella especie de nimiedad empalagosa que fastidia y no satisface. Puede creerse que esto se dirija a acreditar al público la buena fe con que proceden y que no se les crea sobre su palabra o, lo que es más cierto, para acreditarse ellos mismos con este modo indirecto entre los que se deslumbran con el resplandor de estos oropeles por unos oráculos de la erudición de su siglo, y aun suele pasar a los más distantes esta fama si no es que antes haya hecho el tiempo justicia como sabe hacerlo.

De lo dicho no se debe inferir que declamamos contra la exactitud y puntualidad en la investigación o probanza de muchos hechos históricos, antes por el contrario, la defendemos con el mayor vigor, pero estas prácticas, como todas, tienen su oportunidad, peso y medida a cuyas circunstancias debe arreglarse la escrupulosidad del ilustrador, y principalmente a la que admite otros ensanches, que es cuando se ciñe a la vida de un solo autor, pero, en el caso de tratarse de tantos como admite nuestro proyecto [3], sería una empresa insoportable y, tal vez, insufrible para los lectores. Lo que queremos significar es que, aplicando todos nuestros conatos en huir de parecernos a ninguna de las dos referidas clases de ilustradores, determinamos desde los principios seguir un diferente rumbo en la publicación de las memorias de nuestros poetas, queriendo más bien pasar plaza de poco instruidos (en que no recibiremos la menor ofensa), apartándonos de tan furiosas tentaciones de pedantería —muy frecuentes y poderosas en estos casos—, que acreditar una suficiencia ridícula tan repugnante a nuestro genio. Por esta razón las noticias que ofrecemos salen ya en cuanto cabe acendradas y limpias de toda disputa, dificultando controversia, y mucho más de autoridades, textos ni alegaciones, y fijadas en lo que verosímil o asertivamente se puede las épocas de los nacimientos y muertes, hechos civiles y producciones literarias de los autores, arreglado a lo que admiten las leyes del compendio, y salva siempre, como tenemos prevenido de antemano, cualquier equivocación o inadvertencia en que hayamos podido o podamos incurrir.


Y, para que se vea que no nos gobernamos por extravagancia o capricho, dejamos ya publicados —y lo continuaremos por notas— varios instrumentos o memorias cuando la singularidad de la noticia exige este apoyo o cuando su importancia pueda producir alguna instrucción al público y, si no contuviesen estas ventajas, se señala, a lo menos, el depósito o fuente de donde se han adquirido.

Para este efecto se han formado las noticias sobre los fundamentos más sólidos y testimonios más clásicos que se han descubierto hasta ahora para proceder con alguna seguridad en el asunto de historiar los hechos de los varones ilustres en todas líneas, como son instrumentos originales de escritura, testamentos, registros, donaciones, cédulas reales, matrículas, etc. y, en su defecto, los códices y obras manuscritas que existen en archivos, bibliotecas y particulares, puesto el favor que hemos merecido a las personas y cuerpos de la mayor jerarquía y autoridad en franquearnos estos inestimables tesoros, de que ya hemos hecho honorífica mención en otra parte y lo ejecutaremos en su debido lugar con mayor extensión.

Pero, como esta es una operación imposible de practicar en todos por la escasez de tales monumentos, por esta causa, en las noticias de los poetas de quienes no las hayamos logrado adquirir —que son los más—, hemos ocurrido al cómputo y ajustamiento de algunos hecho de su vida o asuntos de sus obras y las tales cuales deducciones o especies que ellas mismas suelen arrojar por el cuidado que  han tenido regularmente los poetas de celebrar y conservar a la posteridad algunas particularidades de su patria, de su tiempo o de sus fortunas antes de acudir a las fuentes comunes y recursos ordinarios de consultar autores y bibliotecas, escogiendo entre los pocos los más fidedignos por las circunstancias que los hacen recomendables, como son la fama, el tiempo, el interés, la suficiencia y otras con que está admitido este arbitrio, y solo vale en defecto de otros más seguros; y esto en el caso de que la abundancia lo permita, pues cuando no se encuentra sino un solo autor o, tal vez, ninguno, como sucede en algunos desgraciado poetas y escritores, entonces es forzoso contentarse y que se satisfaga el público con cualquier cosa que se le ofrezca.


Ni aun con la bondad de aquellos tan clásicos documentos nos lisonjeamos de habernos libertado de alguna falta o equivocación, como lo tenemos ya ingenuamente manifestado al público y se manifestará siempre que por nuestra desgracia vuelva a ocurrir, lo que prueba la poca firmeza de los demás recursos, si aun estos están sujetos a tan contingente falibilidad.

Con todo eso sospechamos que, por muchos de los lectores ignorantes y poco advertidos —que siempre los más—, se graduarán las noticias que presentamos de los ilustres poetas castellanos tan peladas y limpias de autoridades y acotaciones por una especie de esqueleto, y será una mala recomendación para su autor el no hallarlas mondadas de aquellos torrentes de erudición a que están acostumbrados en otros escritos de esta especie, pero volvemos a confesar llanamente, como lo tenemos ya indicado en varias partes de esta obra, que con toda reflexión nos hemos abstenido de insertar algunas curiosidades que no hubieran sido importunas por solo el temor de no tocar la línea de aquellos dos extremos, y también porque siempre nos hemos persuadido a que los verdaderamente eruditos y que no miran estos trabajos por solo el primer aspecto, distinguirán bien el mucho que ha debido costar necesariamente el ordenar estas memorias en medio de la limpieza o aparente sequedad con que las ofrecemos al público y que, sin exagerarles ni ponerles de manifiesto la multitud de especies y materiales que han servido para su construcción, su misma sencillez y llaneza están acreditando los muchos que han debido emplearse hasta reducirlas y llegar al estado en que se presentan.

En las que tenemos hasta hoy publicadas no se ha seguido ningún orden de antigüedad o cronología de los poetas a que se dirigen por las mismas causas que ha habido para no seguirle en la graduación de sus obras en el cuerpo de la colección, las que se manifestarán al público brevemente. Tampoco se ha observado en cada uno de los tomos un cierto y determinado número de noticias porque, además de no ser muy importante esta formalidad, no suelen hallarse tan a la mano las memorias que faciliten publicar todas las que quisiéramos, bien que en este tomo y en los que le sucedan —si esta obra se continúa— se procurará aumentar el número en cuanto permita la escasez de monumentos y materiales —tantas veces insinuada y siempre cierta— con que nos hallamos para estos proyectos.

Últimamente, debemos advertir que, como el conocimiento de la materia que tratamos y la experiencia misma nos ofrecen motivo para esperar nuevos descubrimientos cada día sobre las memorias de nuestros sabios y poetas, las que tuviéremos la fortuna de adquirir se irán insertando por suplemento —como se empieza ya a practicar desde el presente tomo— entre las demás noticias, con distinción de que las que constasen de instrumentos originales o documentos inéditos se publicarán al pie de la letra, y las que solo provengan de autoridad o combinación se indicarán, como ya hemos advertido de las demás, por remisiones o citas. En todo caso, se observa con rigor no publicar noticia de cuyo autor no se inserten obras o el retrato en el mismo tomo y, de aquellos de quienes se encuentre por fortuna el retrato después de publicada la noticia, se dará al público este con las referidas memorias nuevamente descubiertas del poeta, si las hubiere.

  1. Hubiera sido muy deseable que explicara esas razones. Sedano señala en algunas ocasiones cuáles son los criterios y la metodología que sigue en su Parnaso, pero otras veces es demasiado esquivo.
  2. El criterio filológico de Sedano, como ya advirtió en volúmenes anteriores, es conservador. No está de acuerdo con la excesiva anotación de los textos ni con biografías que se alejen de la realidad.
  3. El colector concede que una obra como la suya, que no deja de ser una antología, no puede contener amplias biografías de autores precisamente por la ingente nómina de escritores recogidos.