El prólogo al tomo séptimo es relativamente breve y recoge algunos motivos por los que el compilador se enfrentó a la empresa que iba acercándose ya a su fin, por lo que bien podrían haberse incluido en el prólogo al primer tomo o en un prefacio general de toda la obra que Sedano rehusó en el del tomo cuarto porque «todos ellos pueden articularse formando uno solo». No explica el riojano las partes en las que se divide la obra, sino que deja la estructura de la colección abierta a las experiencias de lectura personales del público.
En cuanto a las razones que justifican el proyecto, Sedano refiere la eliminación de los prejuicios negativos que existían sobre nuestra literatura nacional a partir del buen gusto ilustrado y del mal gusto existente que iba en contra de las buenas costumbres, presentando textos que sirvieran como modelo de perfección formal y estilística o, cuando menos, elogiosas y no censurables desde el punto de vista crítico, asumiendo que no todas las composiciones incluidas tenían la misma calidad literaria.
Tras el prólogo asistimos a las noticias sobre Fernando de Herrera, Pedro de Medina Medinilla, Baltasar del Alcázar, Luis de Góngora y Argote y Anastasio Pantaleón de Ribera, que preceden a composiciones de Herrera, Alcázar, Esteban Manuel de Villegas, Dámaso de Frías, Francisco de Castilla, Gutierre de Cetina, Hernando de Acuña, Francisco Pacheco, Luis Barahona de Soto, Lope de Vega (también a través de su heterónimo Tomé de Burguillos), Antonio Ortiz Melgarejo, Medina Medinilla, Jerónimo Bermúdez, Pedro Espinosa, Góngora, Agustín de Tejada Páez, Francisco de la Torre (entendiéndolo como pseudónimo de Quevedo —no es asunto de este trabajo volver sobre la verdadera identidad de Francisco de la Torre—), Pantaleón de Ribera, Luis de Ulloa Pereira y Pedro Silvestre del Campo, además de algunas de autor desconocido.
Concluye el tomo con los comentarios o juicios sobre las composiciones poéticas, las erratas y las correcciones.
Descripción bibliográfica
López de Sedano, Juan José, Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Por D. Juan Joseph López de Sedano, Caballero pensionado de la Real y distinguida Orden española de Carlos Tercero, y Académico de la Real Academia de la Historia. Tomo VII, Madrid: Antonio de Sancha, 1773.
xxviii + 370 + xxvi pp.; 8º. Sign.: BNE 2/71376.
Aunque no ha llegado todavía el tiempo de informar al público [1] de todas las partes del proyecto de la presente colección y de las razones que animaron la empresa, dejando las primeras a su experiencia por ahora y enunciando algunas de las segundas conforme a la ocurrencia de los casos, y aunque también se previno en el prólogo del primer tomo de esta obra que parecía ocioso detenerse a referir sus ventajas y utilidades por ser de la naturaleza de las que «entran desde luego recomendándose a sí propias», sin embargo de todas estas razones que en aquel tiempo tuvieron fuerza bastante no nos coartamos por ellas la facultad de exponer las utilidades y designios de nuestro Parnaso siempre y cuando lo tuviésemos por oportuno y entre ellas las dos más notables que vamos a referir.
La primera, que hallándonos persuadidos a que esta obra era de la calidad de aquellas cuya aceptación decide el actual estado y gusto de la nación en materia de literatura [2], se ha conseguido fijar con ella el concepto que teníamos formado de que no era tan deplorable como se presumía, según lo prueba el aplauso que ha merecido a todo género de gentes y la satisfacción con que la recibe el público.
La segunda utilidad de esta obra no es de menos entidad que la antecedente y, respecto al público, de mucha mayor, pues desempeña uno de los principales fines del proyecto, como es el desterrar el mal gusto que en esta materia se había introducido de más de dos siglos a esta parte en nuestra poesía, con la útil y viciosa producción y lectura de romances, comedias insulsas, extravagantes amoríos y todas las demás especies de poesía popular, que no es capaz de producir otro efecto ni utilidad que pervertir las costumbres [3] y desperdiciar el tiempo, empresa no solamente insuperable a las fuerzas de un hombre, sino aun a las de muchos destinados con su práctica a la corrección de tan envejecidos abusos y solo accesible al proyecto de la presente obra con los ejemplos y prácticas de los más ilustres poetas de la nación. Porque, aunque sea cierto que en algunas de las piezas que se incluyen en la colección no se encuentra el último grado de perfectas que las pueda constituir por modelos como las demás, pero las de esta calidad son muy pocas y tienen las demás ventajas de la buena poesía de estilo, de suerte que, aunque no tuviera esta obra otra utilidad que la presente, bastaría para hacerla estimable.
Esta misma causa puede dar materia a cierta objeción que tal vez habrá ocurrido de que el juicio que se hace de cada una de las piezas se inclina más al elogio que a la censura [4], y esto parece que no conviene a la inferioridad de las que dejamos referidas; pero, sin embargo de que esta presunción se puede desvanecer con la imparcialidad y desinterés con que procuramos portarnos en la crítica de todas en cuanto alcanza lo limitado de nuestra inteligencia, se satisface por la simple razón de su misma calidad, pues siendo todas escogidas, aunque no sean de igual mérito y grado de bondad, es forzoso que contengan más motivo para el elogio que para la censura, que unidas todas estas razones coinciden a verificar la principal de todas las causas que indujeron a esta obra, que aunque ya expresada como preliminar en el primer tomo, no perjudica su repetición, y es la de presentar los modelos «para fijar el buen gusto de la nación en esta parte de nuestra bella literatura».
Esta afirmación refuerza la idea de que el plan editorial de Sedano se define a medida que el Parnaso se va redactando, ejecutando y publicando.
Se trata de una advertencia interesante para la hermenéutica actual: la selección de las composiciones que se incluyen en la obra obedece a ideales ilustrados, a un canon neoclásico, y, por lo tanto, hay que valorarla en función de ese parámetro y del marco de la polémica sobre el gusto artístico de España.
Es muy neoclásica la idea de respetar el buen nombre de las costumbres.
Este criterio de selección en positivo es fundamental para el objetivo básico del Parnaso español: se buscan textos dignos de elogio porque se pretende afianzar el buen gusto y remarcar las excelencias de la literatura española, no criticar sus desmanes artísticos.