El punto de partida del prólogo al tomo segundo del Parnaso español es la valoración positiva que Sedano realiza sobre la publicación del volumen anterior un par de años antes, lo que refuerza su compromiso con la ejecución de la empresa.
Sin embargo, debemos detenernos nuevamente en el problema metodológico del compilador, uno de los puntos débiles de la colección. En el estudio del prólogo al primer tomo se ha señalado la ausencia de un criterio que ordenara la selección de autores y asumíamos que incluir índices o catálogos al final de la obra no sustituía o enmendaba dicha falta, tal y como el antólogo proponía. Sedano hace muy bien en incluir prólogos en cada tomo, porque lo que nos estamos encontrando es que el autor no tiene un plan editorial apriorístico completamente definido, sino que va cambiando sus criterios en función de distintas necesidades que pueden responder a varias realidades. El plan definitivo del Parnaso español se va trazando a medida que este se publica, y de ello da cuenta su autor en los prólogos que inician los volúmenes.
Sedano decide no incluir un catálogo bibliográfico al final de la obra «como se aseguró» en el prólogo anterior, sino que ahora considera que debe insertar noticias de los poetas antologados «para satisfacer el deseo de los curiosos». Recuerda la dificultad de la empresa que tiene entre manos, lo que puede llevar a pensar en una reducción o simplificación voluntaria de sus investigaciones sobre los vates, pasando de catálogos a noticias, previsiblemente más breves. Aclara Sedano que algunas referencias que ha localizado están muy ocultas en la bibliografía o son casi inexistentes; esto por supuesto incrementa el mérito del riojano, pero también hace sospechar de la hondura de sus rastreos bibliográficos y eruditos sobre los poetas incluidos. El proyecto del Parnaso español no sigue las líneas de la Historia literaria de España de los Mohedano, pero adolece de un rigor metodológico que también podemos apreciar en la falta de criterio para suceder esas noticias bibliográficas más allá del orden en el que aparecen los poetas en la colección, algo que, curiosamente, afeará a sus fuentes: «derramadas en varios libros y autores, difusamente escritas, sin orden, método, conexión ni dependencia». Para salvar la falta de noticias en el tomo primero, en el segundo va a incluir las de uno y las de otro, si bien es cierto que tampoco podemos leer las de todos los poetas incluidos, como Sedano indica en el prólogo.
Otra novedad en el plan editorial del Parnaso español es la de incluir algún fragmento lírico elogioso del poeta seleccionado y situarlo al final de cada noticia bibliográfica. Estas breves composiciones proceden de textos que el propio Sedano cita en el prólogo, siendo uno de los más destacados el Laurel de Apolo de Lope de Vega, un texto publicado por el dramaturgo madrileño en 1630 en el que se recogen encomios a algunos de los autores más relevantes de la época. No todas las noticias de poetas concluyen con el elogio, como puede ser el caso del heterónimo lopesco Tomé de Burguillos y algunos autores del primer tomo, como Juan de Morales, Luis de Ulloa Pereira y Alonso Ezquerra.
Concluirá el prólogo aportando otra de las finalidades de su colección. Ya se ha indicado que el Parnaso español persigue la selección de obras de los mejores poetas de la historia de la literatura española —o, al menos, los acomodados al buen gusto neoclásico—, pero ahora Sedano pretende que su obra sea un compendio de textos que los nuevos poetas deben imitar para observar las reglas del arte.
Tras el prólogo se insertan las noticias de los poetas castellanos que componen el Parnaso español correspondientes al tomo primero —ya publicado— y al segundo. Para aquel, las de Esteban Manuel de Villegas, Juan de Morales, Gregorio Morillo, Luis de Ulloa Pereira, Francisco de la Torre (Francisco de Quevedo), Agustín de Tejada, Cristóbal de Mesa, Alonso Ezquerra, Pedro de Espinosa y Andrés Rey de Artieda. De los autores del tomo segundo se incluyen las noticias de Garcilaso de la Vega, Hernando de Acuña, Alonso de Ercilla y Zúñiga, Tomé de Burguillos (Lope de Vega) y Luis Barahona de Soto.
Tras las noticias fijó composiciones poéticas de Garcilaso, Acuña (incluidas traducciones de Ovidio), Villegas (con traducciones de anacreónticas y de Teócrito), Quevedo (tanto con su nombre como bajo el pseudónimo de Francisco de la Torre), Ignacio de Luzán, Ercilla, Andrés de Perea, Lope de Vega con el heterónimo Tomé de Burguillos, Barahona de Soto, Jorge Pitillas (pseudónimo de José Gerardo Hervás y Cobo de la Torre) y Dámaso de Frías. Como puede observarse, un par de autores —Luzán y Pitillas— trascienden cronológicamente el Siglo de Oro, siendo una de las excepciones a las que Sedano se refiere en sus prólogos.
Finalmente aporta unos breves juicios críticos sobre los textos en los que ofrece algunos datos bibliográficos y justifica su inclusión en la antología.