Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
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Identificación

Éléments de Littérature, Tome III

Jean-François Marmontel
1787

Resumen

El tercer volumen de los Éléments de Littérature contiene las voces correspondientes a las letras D, E y la F hasta la definición del término finesse. Entre los términos más destacables por la revisión que Marmontel propone están drama, égloga, elegía, entusiasmo, epopeya, fábula, familiar y ficción

En relación al término drama lo define diciendo: «se da este nombre hoy en día particularmente a una especie de tragedia popular donde se representan las situaciones más funestas y más miserables de la vida cotidiana» (p. 27). Los temas que aborda son «la infancia, la vejez, la enfermedad en la indigencia, la ruina de una familia honesta, el hambre y la deseperación son situaciones muy comunes; un granizo, una inundación, un incendio, una mujer con sus hijos prestos a perecer o bajo las aguas o bajo las llamas, son imágenes muy patéticas; los hospitales, las prisiones, el paro son escenarios de terror y de compasión tan elocuentes por sí mismos, que dispensan al autor que los pone ante nuestros ojos de emplear cualquier otra elocuencia. Las desgracias domésticas, los acontecimientos de la vida común tienen también la ventaja de estar más cerca de nosotros y, aunque ellos son menos importantes para nosotros que las aventuras de héroes y reyes, deben afectarnos vivamente. No tengo ninguna duda al respecto y si el género más interesante para el mayor número es el mejor de todos, el drama prevalece sobre la tragedia: Corneille, Racine, Voltaire tienen poco conocimiento del gran arte de emocionar y han estado tan descartados que, con los temas populares y los medios de los que he hablado, se habrían ahorrado muchas de las suyas: el esbozo de su pantomima una vez trazado, el actor podría haberla completado» (pp. 28-29). 

La pregunta que Marmontel se hace es por qué ni los griegos, ni los latinos, ni los franceses hasta nuestros días no han empleado en el teatro medios tan fáciles para interesar y emocionar. La explicación es sencilla:

Esto es porque hasta hace poco tiempo no se ha permitido a los pueblos ilustrados interesar y emocionar; no ha sido el objeto del espectáculo. Es el caso de la buena Poesía como el de la Elocuencia: interesa instruir, se mueve para persuadir. El patético es uno de sus medios, y el más poderoso, pero no el fin último. Un drama que no pretende ni instruir ni corregir, es, respecto de la tragedia, los que la farsa a la buena comedia» (p. 29). 

Su formación clasicista no le permite elevar el drama a la altura de la tragedia y la comedia. De hecho no está conforme con que el teatro sea tan verdadero que se confunda con la vida misma. Sin discutir o, al menos, eso afirma, que no le niega mérito al drama, entiende que agradará más al corazón humano si, siguiendo de alguna manera el ejemplo de lo trágico, se centra en otro tipo de acciones como que el hombre es infeliz por su propia culpa, que se pone en peligro por su imprudencia o su debilidad (p. 32). Esta forma dramática tendrá menos esplendor, elevación y dignifidad que la tragedia pero tendrá bondad poética y bondad moral (p. 33).

De hecho, Marmontel reconoce que escribir un buen drama no es sencillo. Y también que el patetismo de muchas de estas composiciones resulta sumamente interesante para el espectador, pero loas censura sobre todo por el exceso con el que se muestran la miseria y la desesperación de los personajes (p. 38). Por la misma razón, entiende que el dramaturgo debe escribir con verosimilitud pero no copiar tanto la verdad en el lenguaje como en la acción que el teatro suba a escena lo realidad desprovista de poesía. 


La idea de égloga que Marmontel defiende implica el entendimiento de este género como la imitación de las costumbres campestres en su simplicidad. Los pastores pueden aparecer representados de tres modos: como se imagina que vivieron en la primera edad, inocentes y nobles; tal y como han evolucionado como consecuencia de los duros trabajos que desarrollan en el campo o finalmente como nunca han sido, es decir, puramente inocentes y sin haberse corrompido. Tales estados corresponden a la verosimilitud, la realidad o la posibilidad. A continuación, explica cada uno de ellos y cuál ha sido y debe de ser el objeto de la poesía pastoril. Realiza una extensa crítica de las églogas virgilianas y recoge las ideas de Fontenelle y La Motte respecto del género. Asimismo dedica unas páginas a explicar el sentimiento amoroso como la pasión dominante de la égloga y a la diferencia entre los antiguos y los modernos. 

Desde el punto de vista de la teoría poética, interesan dos términos, entusiasmo y ficción. El entusiasmo poético se asocia a la idea de imaginación y, según entiende Marmontel, supone o bien una ilusión profunda del lado de la imaginación, o una violenta emoción del lado del alma y, en ambos casos, lo relaciona con la inspiración. Le parece en el escritor un delirio o una pasión voluntaria, sobre todo en el caso del poeta. El entusiasmo tiene algo de exaltación, sobre todo en el poeta que se deja arrastrar por la fantasía. Tiene además un carácter voluntario y manifiesta que responde a momentos especiales del hombre de genio. Una de sus cualidades es la comunicación a los demás, en cuyo caso conviene tener cierta medida. Es importante utilizar el entusiasmo para inspirar la virtud y la gloria y no sentimientos exaltados. 

La ficción es la producción de las artes que carecen de una modelo completo en la naturaleza. la imaginación es quellas facultad que crea cuadros e imágenes originales que no son copias en detalle, aunque, en opinión de Marmontel, deben guardar cierta analogía. Según el grado de similitus distingue en la ficción el saber, lo perfecto, lo exagerado, lo mostruoso y lo fantástico. 

Considera la ficción como esencial a todas las artes de imitación y asegura que la belleza ideal no siempre guarda similitud con las bellezas particulares. Además, considera que la ficción no puede tener una regla fija porque la misma idea de lo bueno en lo moral o en lo físico no es invariable. Lo que sí le parece es que la idea y el sentimiento de aquello que pertenece a la bella naturaleza es unánime y sirve para constatar la genialidad del artista. 

Repasa a continuación la ficción que previsamente ha denominado «mostruosa» y la «fantástica». La ficción fantástica le parece únicamente soportable en un momento de locura; lo mostruoso no puede tener más mérito que la alegoría, que lo exagerado no es nada en lo físico y que la ficción debe dirigirse a lo perfecto o a lo bueno para satisfacer el gusto, interesar a la razón y ser digna del genio. 

Descripción bibliográfica

Marmontel, M., Élémens de Littérature. Par M. Marmontel. Tome troisième, en Œuvres complètes de M. Marmontel. Édition revue et corrigée par l'auteur, Tome VII, Paris: Née de la Rochelle, 1787.
2 hs., 474 pp., 1 hs.; 8º.

Ejemplares

Salamanca, biblioteca privada.

Bibliografía

Consúltese Éléments de Littérature, Tome I.

Cita

Jean-François Marmontel (1787). Éléments de Littérature, Tome III, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<http://212.128.132.174/d/elements-de-litterature-tome-iii> Consulta: 23/11/2024].