El extracto recogido analiza y resume el género satírico. Tiene interés que a comienzos del siglo XIX se vuelva a valorar el género y sobre todo a poner las condiciones que debe cumplir para diferenciarse de la comedia y de la crítica. Conforme a ello, la sátira resulta, por definición, más hiriente, sobre todo porque puede contener ataques personales.
En este sentido, los poemas satíricos se consideran condenables, aunque útiles porque «son el antídoto de los libros ateminados, y contienen excelentes principios para bien de las costumbres y fuertes pinturas, que despiertan los corazones adormecidos, y duras reprenhensiones que a veces nos son necesarias, y que solo pueden dárnoslas los que contra nosotros se enfadan. Pero conviene, cuando las leemos, estar prevenidos para perservarnos del contagioso humor del poeta, que nos haría malos, perdiendo aquella virtud de la que depende nuestra felicidad social y la de los otros hombres» (p. 3).
De acuerdo con ello, se puede concluir que no son aptas para cualquier lector. Se acaba por aceptar que la sátira, más que un tipo de poema, pueda ser un estilo cuya finalidad en esencia sea didáctica (p. 4).
Siguiendo la estructura de la obra original, se incluye una historia de la sátira con una comparación entre Horacio y Boileau. En cuanto a las adiciones del traductor, García de Arrieta, Olive señala algunas discrepacias o errores cometidos, aunque sigue casi al dictado el texto de Arrieta.
La reseña concluye, como el volumen correspondiente de la tradución española, explicando en qué consiste la epístola en verso, sin que esta necesariamente guarde relación con la sátira:
Su materia es de ilimitada extensión, pues se puede, bajo este título de epístola, alabar, vituperar, narrar, filosofar, disertar y enseñar y también se puede usar todo género de estilos, pues todos la convienen, porque se eleva o baja según la materia o según el estado de la persona que escribe o a la que se escribe (p. 9).