Las reflexiones de Marmontel sobre la declamación teatral y sus diferencias con la oratoria se completan con este otro discurso dedicado al mismo asunto.
Se explica en estas palabras atribuidas a Jean-Marie Hérault de Séchelles (1759-1794), juez y político revolucionario, que la declamación necesita de la memoria, la voz y el ademán para ejecutarse. Como orador jurídico establece la forma y el método en que debe memorizarse y exponerse el discurso jurídico, asunto que se trata por extenso.
En cuanto a la declamación teatral, juzga que los actores no suelen mudar la acción al expresar el diálogo, lo cual le parece adecuado porque un movimiento excesivo de los brazos provoca la dismuinución del efecto de las palabras. Recomienda que no se dejen caer los brazos a cada instante o sin causa justificada. Debe hacerse a conveniencia del parlamento que se realiza, como lo ejecutan los buenos actores franceses, para levitar que la acción parezca floja y poco natural. Le parece más conveniente conjugar el movimiento del brazo con el de la cabeza y con el gesto y movimientos de los ojos.