El perfil del erudito Napoli Signorelli, historiador y crítico teatral, dramaturgo, traductor y preceptista dramático, se ajusta perfectamente al del hombre de teatro en su sentido más amplio. Sus estudios, centrados en la historia y crítica de los escenarios europeos, revelan su constante interés por los más variados aspectos del hecho teatral, con especial atención a la puesta en escena, la elección de la escenografía y el vestuario, así como al polémico tema de la actuación de los actores.
Napoli Signorelli fue modelando su percepción del género teatral en sus largos años en el Madrid de Carlos III, abrazando la estética del nuevo clasicismo, que defendió en sus dos obras de preceptiva, complementarias entre sí, Elementi di poesia drammatica (Milano: 1801) y Ragionamento sul gusto e sul bello (Milano: 1802; Napoli: 1807). Ambos textos constituyen el sustrato que modela la crítica y los comentarios de su obra mayor, la Storia critica dei teatri antichi e moderni (1777; 1787-1790; 1813) y reflejan el patrimonio de ideas estéticas que sobre el hecho dramático defendió el autor napolitano, promoviendo un modelo, ajustado a las reglas de arte, que enfatizaba su función social y didáctica, erigiéndose en canal de reforma social y escuela de sana moral (a).
El crítico italiano condensó sus ideas estéticas en los Elementi di poesia drammatica que, junto con el Ragionamento sul gusto, se hallan asociados a las lecciones académicas que el italiano impartió en su breve, pero intensa, etapa docente en Milán y Bolonia a principios del siglo XIX (b).
Los Elementi di poesia drammatica constituye su obra de preceptiva de mayor relieve por lo que atañe al drama. En ella el autor sistematiza su concepción del teatro, asociada a su visión neoclásica. La obra, fruto de la refundición y ampliación de las Prolusione que había leído durante el curso que dictaba en la Universidad de Brera, exhibe múltiples coincidencias con las ideas que el napolitano había plasmado en el Prefacio, que unos años antes había antepuesto a la segunda edición de la Storia critica.
Los Elementi di poesia drammatica se organizan en tres partes bien definidas: las bases preliminares, los aspectos que atañen a la poética teatral y la representación escénica. Mientras el primer apartado, en palabras de Mininni, «es demasiado abstracto y tal vez poco instructivo para los jóvenes, el segundo, dedicado a los diversos géneros que exhibe el teatro, se revela más provechoso y práctico como texto didáctico. La última parte se ocupa de los diversos aspectos que organizan la puesta en escena, con una atención especial hacia las cuestiones referidas a la escenografía, el vestuario y la representación de los actores sobre los escenarios. El napolitano mostró siempre especial atención a este último aspecto, centrándose en la cuestiones atinentes al lenguaje, la pronunciación y dicción, la declamación y los recursos gestuales de los actores, así como la función de los apartes, los diálogos y soliloquios, los gestos e interpretación en teatro musical, sin desestimar al mismo tiempo la relación de los mismos con el público (pp. 129-180).
En su concepción artística «l'imitazione verisimile della scelta natura» es el principio rector de toda belleza en el arte (p. 197). Aduce además que toda poesía es imitación: parafraseando a Gian Vincenzo Gravina, recuerda que «la ragione di tutte le opere poetiche […] è l'idea comune di una propria e convenevole imitazione della natura» (p. 8). Si el propósito de imitar la naturaleza constituye una cualidad natural inherente a toda obra de arte que se precie como tal, el principio regía en primer lugar para las diversas modalidades poéticas y, de modo aún más marcado, para la poesía dramática, definiendo una de sus notas distintivas esenciales:
Tutti i generi poetici (epico, lirico, ditirambico, anacreontico, pastorale, elegiaco, satirico, epigrammatico) poggiano su questa base [imitativa]; ma il drammatico più di ogni altro, perché più di ogni altro imitativo, da che esso non mai il poeta favella o si presenta a volto nudo (p. 9).
Los componentes del binomio —inspiración y respeto de las reglas— coexisten de modo que el dramaturgo debe adecuarse al principio de la verosimilitud, sin por ello confundirla con la misma realidad, aconsejando en tal sentido lo que denomina «l'innesto della verità nella finzione», en la que el autor se esfuerza por transportar «l'evidenza del vero nella vaghezza del finto» (pp. 13-14). Por tanto la adaptación de la verdad se adecua a las exigencias de la verosimilitud. Ello en el campo teatral promovió la búsqueda de un modelo que al mismo tiempo fuese decoroso, verosímil e instructivo. De ahí la asunción del célebre precepto horaciano del utile et dulci encaminado a «combinare in maniera il diletto coll'insegnamento» (pp. 15-16).
Napoli Signorelli opina que el arte ofrece la posibilidad de promover el buen gusto, concebido por el italiano como el sentimiento que «misura il piacere e rileva l'essenza del bello e del deforme, osservando la natura o rintracciando le regole dell'arte, sua imitatrice». El gusto, como se desprenden de estas consideraciones, se halla estrechamente asociado a los conceptos de belleza artística e imitación de la naturaleza.
Para alcanzar el buen gusto es necesario disponer de «ingegno, dottrina, critica, esercizio y lettura copiosa» la cual ofrece la posibilidad de discernir y de evitar el engaño o el conocimiento falso. Al mismo tiempo, el gusto se halla enlazado a la búsqueda de la belleza ideal, la cual a su vez se afirma en las obras de arte a través del principio de imitación.
Es fundamental, por tanto, la existencia de un genio natural que debe enriquecerse a través del estudio y la reflexión, prendas de las que no puede prescindir todo artista. El gusto, escribe el crítico partenopeo, se adquiere, «ma non senza grandi requisiti [e] richiede ingegno, buon senso, organi sensibili, sapere, lettura, esercizio» (c). Descata la importancia del estudio constante y la incesante reflexión y práctica, impulsados por el «anima curiosa» para lograr alcanzar los principios del buen gusto y la belleza.
En un reciente estudio, el crítico e historiador del teatro Bentoglio explicita el valor y la aportación de este valioso texto de preceptiva. Consciente de que los derroteros de la crítica y preceptiva teatrales transitarían en el XIX por otros itinerarios, alejados de la función moralizadora y educativa asignada al drama por Napoli-Signorelli, enfatiza que en los Elementi el autor ofrece «una testimonianza rilevante per la comprensione della storia e dello sviluppo della recitazione teatrale. Il riconoscimento del ruolo etico e morale dell’attore, rimane un contributo prezioso e offre una finestra sulla comprensione del teatro nel Settecento e dell'arte drammatica che influenzeranno le generazioni successive di artisti teatrali» (d).
- Partidario de un modelo teatral que privilegia su finalidad moralizadora y didáctica, en el primer volumen de la segunda edición de su Storia critica dei teatri antichi e moderni, Napoli Signorelli, afirmaba que los poetas dramáticos «scuoprono le ingiustizie, le stravaganze, le ridicolezze [e] ne tentano la correzione», procurando que «i teatri fortunatamente si cangiano in tante scuole di sana morale», Storia critica de’ teatri antichi e moderni, I (1787), p. 15.
- Los breves pero intensos años en los que el autor partenopeo residió en Milán, entre 1801 y 1804, ejerciendo como director y profesor de Declamazione en la Accademia del Teatro Patriotico, y de Poesia Rappresentativa en el Ginnasio de Brera, fueron muy probablemente los más fecundos en cuanto a producción literaria de su fase madura». Véase F. Quinziano, España e Italia en el siglo XVIII: presencias, influjos y recepciones, Pamplona: EUNSA, 2008, p. 235, nota 18 y C. Mininni, Pietro Napoli Signorelli. Vita, opere, tempi, amici, Città di Castello: Lapi, 1914, pp. 171-188.
- Napoli Signorelli, P., Ragionamento sul gusto e sul bello, Milano: Galazzi, 1802, p. 17.
- Bentoglio, Alberto, «Pietro Napoli Signorelli e gli Elementi di poesia drammatica», Acting Archive Review, 13/ 26 (2023), p. 52.