Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
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Identificación

Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, Tomo II

Juan Andrés; Carlos Andrés (traductor)
1784

Resumen

El volumen II comprende los capítulos XI a XVI de la voluminosa historia Del origen, progresos y estado actual de la literatura del jesuita Juan Andrés. Comienza el autor por explicar, como manifestó al comienzo del tomo I, la importancia de la influencia de los árabes en la cultura moderna. Analiza después, como parte del mismo capítulo XI, la antigüedad de las lenguas modernas vulgares (alemana, inglesa, francesa y española) y la literatura medieval, atendiendo de forma particular a las relaciones entre la literatura provenzal y la española e italiana y la que denomina «arábiga».

El capítulo XII se centra en el estudio de la literatura hasta la llegada de los griegos a Italia; el capítulo XIII versa sobre la literatura del siglo XVI y el siguiente se dedica al siglo XVII, época del «buen gusto moderno». Al analizar este siglo, comenta de forma comparada las relaciones existente entre el teatro español y el inglés y defiende la tesis de la vinculación entre el desarrollo del teatro francés moderno y el español.  

El capítulo XV se dedica a la literatura del siglo XVIII, «siglo iluminado» y «siglo filosófico». El último de los capítulos es una reflexión acerca de los «Ulteriores adelantamientos de la literatura» en el que rebate las ideas de Tiraboschi acerca de la decadencia de las buenas letras y las ciencias. Asimismo señala los caminos para promover el adelantamiento de la literatura, entre los que se encuentra la lectura de los autores magistrales y de las obras más relevantes del pensamiento universal.

Descripción bibliográfica

Andrés, Juan, Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. Obra escrita en italiano por el abate D. Juan Andrés y traducida al castellano por D. Carlos Andrés. Tomo II, Madrid: Antonio de Sancha, 1784.
8 hs., 492 pp., 4º. Sign: BNE 2/59398.

Ejemplares

Biblioteca Nacional de Esapaña

Bibliografía

Consúltese Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, Tomo I.

Cita

Juan Andrés; Carlos Andrés (traductor) (1784). Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, Tomo II, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<http://212.128.132.174/d/origen-progresos-y-estado-actual-de-toda-la-literatura-t-ii> Consulta: 23/11/2024].

Edición

LIBROS MAGISTRALES

Para aprender una ciencia necesitamos leer infinitos libros por no haber alguno que nos instruya plenamente en las materias que trata y estos libros de que ahora estamos faltos deberán ocupar los primeros cuidados de los promovedores de la literatura. Los libros que deseamos, y que serán muy útiles para el adelantamiento de las ciencias, son los que conducen a los estudiosos desde los primeros elementos de las ciencias hasta sus más recónditos misterios, los que explican y demuestran claramente cada proposicion, los que por sí solos bastan para dar una plena y completa instrucción de cuanto debe saberse en la materia que tratan; en una palabra, los que evitan la necesidad de tener otros libros. Verulamio se lamenta de la suma escasez de libros en medio de tan excesiva y enorme abundancia de ellos, que ya no pueden caber en los edificios más vastos de las bibliotecas. Una tan superabundante copia perjudica mucho a los verdaderos progresos de las letras, porque el tiempo que se emplea en su lectura, que es la mayor y más preciosa parte de nuestra vida, se roba, digámoslo así, a la meditación y al cuidado de hacer ulteriores adelantamientos. Pero esta abundancia de libros, dice Verulamio [1], no se ha de quitar borrando los ya escritos, sino escribiendo otros mejores, ut tamquam serpens Mosis, añade, serpentes magofum devorent.

Ahora pues, estas serpientes de Moisés, que se traguen las de los Magos, estos libros, que quiten la superabundancia de los otros, estos podrán ser los libros que insinuamos: libros que traten cumplidamente las materias y libros que instruyan plenamente al lector sin que se vea en la precisión de examinar otros. Cualquiera que hubiere leído una y más veces con atención alguno de tales libros y hubiese penetrado a fondo y comprehendido la doctrina que en ellos se contiene, podrá justamente creerse instruido en cuanto hasta ahora se sabe sobre tal asunto y estará en estado de engolfarse en ulteriores progresos sin miedo de perder sus trabajos en investigaciones hechas por otros.


Pero estos catálogos de los descubrimientos y de las verdades conocidas, estas historias de los conocimientos, de las opiniones y de los errores de los hombres, estos libros completos, y que instruyen plenamente en las materias científicas, es cierto que servirán para facilitar la inteligencia de las facultades, y podrán abrir el paso a los estudiosos para adquirir las ciencias, pero no ocasionarán a estas mayores progresos, ni serán bastantes para promover el acrecentamiento. Y así es preciso que nos dediquemos a buscar algún medio oportuno a este fin.

 

LECTURA DE LOS LIBROS MODERNOS

Con mayor cuidado se han de leer los autores modernos, singularmente los clásicos y magistrales, siendo indubitable que en cada uno de ellos se encierran muchos conocimientos, que nunca han observado los lectores, y que son bastantes para hacer útil e importante el trabajo de quien se dedique a descubrirlos. Ningún escritor expone en sus libros todo cuanto sabe, sino que únicamente explica las razones pertenecientes a la materia que trata y son raros los que, por incidencia, no tocan algunos puntos en que se descubren ciertos rasgos que hacen ver a los eruditos que en la docta mente del autor se encuentra mucho más de lo que dice. Ahora pues, estos puntos apenas indicados, estas señales, estos indicios y estas insinuaciones son las que, examinadas por personas inteligentes, pueden producir muchos descubrimientos. Bastan pocas pinceladas de una mano maestra para que un buen pintor sepa formar sobre ellas un cuadro excelente. [...]

Tuvo razón Fontanelle [2] para escribir que los libros originales tienen la preciosa propiedad de producir otros igualmente originales y siempre será cierto que de su lectura se podrá sacar abundante materia para hacer gloriosos adelantos en las ciencias.

  1. Verulamio no es otro que Francis Bacon.
  2. Bernard le Bovier de Fontenelle (1657-1757?), el famoso escritor y filósofo francés.