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Identificación

On the pleasures of the imagination

Joseph Addison
1712

Resumen

Entre los textos más mencionados de la historia del arte, de la literatura, de la estética y del periodismo de finales del siglo XVIII y primeras décadas del XIX se encuentra el ensayo titulado Pleasures of the Imagination (Los placeres de la imaginación) del político e intelectual británico Joseph Addison (1672-1719). El texto se publicó por vez primera en el periódico británico The Spectator, en números sucesivos comprendidos entre el sábado 21 de junio y el martes 3 de julio de 1712. En España se difundió relativamente pronto a través de traducciones francesas lo que permitió que fuera conocido entre otros autores por Luzán, Jovellanos y, a instancias de este, por Meléndez Valdés. Sin embargo, cuando se tuvo una mayor noticia de su propuesta estética, fue al publicarse en español las famosas Lectures on Rethoric and Belles Letres de Hugh Blair. La traducción de este tratado la realizó José Luis Munárriz entre los años 1798 y 1801 y, como en el original, la versión española contenía las ideas clave del texto addisoniano.

Sin embargo, el Ensayo propiamente dicho no se publicaría íntegramente hasta 1804. La revista madrileña Variedades de ciencias, literatura y artes, revista quincenal que empezó su andadura en 1803 y que dirigía Manuel José Quintana, lo incluyó en el tomo III, correspondiente a 1804, en los números XIII, XIV y XV (27-46; 82-99; 159-176). Su traductor, también Munárriz, lo ofreció al público por entender que constituía «una teoría apreciable en todos los sentidos» y porque, según declara, el Plan de las Variedades consistía en insertar en sus páginas artículos y discusiones «sobre las partes más útiles y amenas de los ramos comprendidos en la denominación genérica de literatura» (1804, III, 28).

Los Placeres son un breve tratado de estética y, por tanto, no se reduce en sus apreciaciones al ámbito de lo literario. Muy al contrario, sitúa a este en un contexto general en el que adquieren sentido artístico-literario las ideas que contiene. Precisamente por ello se entiende que despertara la atención de Munárriz.


La idea clásica de imitación no representó ni la única interpretación. Junto a ella, se desenvolvió también la convicción de que existía una razón creadora de origen leibniziano. A medida que el pensamiento filosófico avanzaba, se fue problematizando la creencia absolutizadora en la existencia de una única norma lógica. El acceso filosófico al conocimiento exigía la incorporación del universo de la sensibilidad y del gusto lo cual supuso, en el ámbito de la estética y de los estudios literarios, una voluntad de resolver o, al menos, de plasmar las contradicciones existentes entre el conocimiento lógico y el estético. La existencia de dualidades antitéticas como norma y genio o razón e imaginación se revisan para dejar constancia de la necesidad de que la lógica y la estética pudieran no compartir la misma matriz intelectual y, por tanto, que ambas deberían encontrar en sí mismas su específica identidad, más allá del origen unitario del saber heredado de Descartes.

En este contexto, cabe señalar que el pensamiento británico, como también parte del francés (Rousseau, Diderot, Voltaire…), concede cierta autonomía a la belleza y, a través de ella, introduce en el debate estético-literario una revisión de conceptos como genio, gusto, imaginación que se relacionan con la subjetividad creadora. La creación, el arte se sustentan sobre un sentimiento irracional o psicológico en el que la imaginación desempeña un relevante papel del que la filosofía inglesa del siglo XVIII supo dar cuenta, desde Hume a Locke, pasando por Hutcheson, Adam Smith, Gerard y Addison (a los que cabe añadir en Francia la figura de Voltaire y en Alemania a los filósofos Leibniz, Wolf y, por supuesto, a Kant), del que cabe apercibir a los lectores españoles.


La facultad de imaginar se presenta así como una aptitud de orden superior, pues no solo permite la recreación analógica y/o abstracta de las acciones humanas, de las emociones o de las pasiones contenidas en los límites de la naturaleza, sino también la ampliación del mundo bien mediante su perfeccionamiento o idealización, bien mediante la invención de otros mundos tan sensibles como posibles. La proclamación de la facultad de imaginar como origen de la creación poética señala la existencia de un fundamento antropológico en las ficciones a partir del cual se producen la creación y la comunicación literarias que la teoría estético-poético del siglo XVIII también refleja.

El Ensayo de Addison puede considerarse una elemental teoría de la ficción a partir de la consideración de la imaginación como elemento fundamental de la misma. Su planteamiento consiste en configurar de forma sencilla una teoría general de la percepción de las artes explicando el proceso que conduce al ser humano a sentir placer ante ellas. Cuáles son las fuentes de dicho placer y cómo se configura en la mente humana esa sensación agradable que provoca deleite es el propósito de su discurso. Para Addison, empirista al fin y al cabo, lo relevante no es el conocimiento en sí de las obras, sino el estado en que se encuentra el sujeto cuando las crea y cuando las recibe. Su interés no se encuentra en estas y en su forma (si representan o no la naturaleza siendo fieles al principio aristotélico, esto es, en su academicismo), sino en el proceso psíquico que conduce a la vivencia del artista y a las sensaciones placenteras que generan en el espectador. Lo que le preocupa, por consiguiente, es analizar el efecto que causa en el sujeto la contemplación o la experiencia no solo de la naturaleza (de lo existente) sino también de lo artístico (de lo artificialmente creado). Desde esta perspectiva, el arte se concibe como expresión de la belleza y esta no puede confundirse con la descripción de la materialidad de los objetos. Entender lo bello supone estudiar cómo se verifica en el sujeto la sensación de placer y cómo su aprehensión no es el resultado de una comprensión meramente lógica, sino de una captación antropológica en la que intervienen otras facultades y sentidos.

El punto de partida de cualquier placer lo sitúa Addison en la vista, que constituye el sentido más perfecto y el proveedor de ideas a la imaginación. La creación de imágenes por la fantasía/imaginación resulta posible porque los objetos visibles generan en nosotros imágenes, reales o no, en presencia o en ausencia. La percepción resulta en este primer nivel instintiva, natural, incluso en el acto mismo de reconocer. Este último supone el traer a la mente una imagen o idea anterior de alguna cosa. Es lo que sucede cuando se contempla un paisaje grandioso. El placer que estas visiones de la naturaleza proporcionan (grandes montañas, precipicios, desiertos, mares…) deriva de su excepcionalidad, lo cual motiva que genere extrañeza y admiración. Y así, de esa percepción primera nace el sentimiento de la belleza, el cual supone un segundo estadio pues implica a la imaginación en su captación. Es un descubrimiento particular y además espontáneo.


Ahora bien, Addison se pregunta sobre las causas que motivan tal placer. Su fervor religioso le inclina a afirmar que la admiración y el deleite resultan sorprendentes al ser comprendidos como obra sublime del Ser Supremo. Como primera consecuencia, Addison establece que las obras de la naturaleza y las del arte tienen la virtud de divertir a la imaginación, aunque las primeras, creaciones extraordinarias por su origen divino, son muy superiores a las segundas. La grandiosidad e inmensidad de la naturaleza puede ser copiada por el arte pero este solo logrará aproximarse, nunca igualarse. En consecuencia, los prodigios de la naturaleza revelan su perfección y esta resulta tan admirable que parece producto del arte. De ahí surge también el deseo de emular a la naturaleza.

El placer surge cuando las creaciones artísticas (arquitectura, escultura, pintura) permiten a la imaginación rememorar las propiedades excepcionales de los originales, por lo que se admira el talento de quien mejor consigue aproximarse a las ideas que ellos han configurado en nuestra mente y esta alberga tras su conocimiento natural directo. De igual modo se comporta el poeta. Eso significa que es poseedor de una portentosa imaginación, al tiempo que ha de tener un buen dominio del lenguaje. Este no es solo un ser dotado de una imaginación privilegiada, la cual le sirve tanto para retener las imágenes recibidas como para recrearlas o fingirlas utilizando el poder de la palabra. Tiene que dominar el lenguaje y, por extensión, la técnica artística. Quien le parece en esto sublime es Milton y su poema el Paraíso perdido.

El texto que presentamos procede de la edición londinense de 1830.

Descripción bibliográfica

Addison, Joseph, «On the pleasures of the imagination», The Spectator; complete in one volume. With notes, and a general index, núm. 411 (21 jun. 1712), núm. 412 (23 jun. 1712), núm. 413 (24 jun. 1712), núm. 414 (25 jun. 1712), núm. 415 (26 jun. 1712), núm. 416 (27 jun. 1712), núm. 417 (28 jun. 1712), núm. 418 (30 jun. 1712), núm. 419 (1 jul. 1712), núm. 420 (2 jul. 1712), núm. 421 (3 jul. 1712), núm. 422 (4 jul. 1712), London: Jones and co., 1830, pp. 593-610.

Ejemplares

Salamanca, Biblioteca privada.

Bibliografía

Addison, Joseph, Los placeres de la imaginación y otros ensayos de The Spectator. Madrid: Visor, 1991.

Munárriz, José Luis, «Ensayo sobre los placeres de la imaginación escrito por Addison», Variedades de Ciencias, Literatura y Artes, T. III, 1804, núms. XIII, XIV y XV, pp. 27-46; 82-99 y 159-176.

Rodríguez Sánchez de León, María José, «Batteux y Blair en la vida literaria española a comienzos del siglo XIX», EntreSiglos, 2 (1993), pp. 227-235.

Rodríguez Sánchez de León, María José, «Hugh Blair y la introducción en España de la poética creacionista», en Álvarez Barrientos, J. y J. Herrera, eds. Para Emilio Palacios Fernández. 25 estudios sobre el siglo XVIII español. Madrid: FUE, 2011, 449-464.

Rodríguez Sánchez de León, María José, «Teoría de los mundos posibles y modernidad litearia: la creación de un nuevo paradigma», en Domingo Sánchez Mesa et alii. (eds.). Teoría y comparatismo: Tradición y nuevos espacios. Granada/Salamanca/Cáceres: Universidad de Granada/Universidad de Salamanca/Universidad de Extremadura, 2014, 55-70.

Rodríguez Sánchez de León, María José, «’Varying life’: the idea of fiction in the Spanish version of Joseph Addison’s The pleasures of the Imagination», en Ertler, Klaus-Dieter, ed. Addison and Europe, Berlin-Bern, Bruxelles: Peter Lang, 2020, pp. 111-127.

Zeitz, Lisa M., «Addison’s ‘imagination’ papers and the design argument», English Studies, 73/6 (1992), pp. 493-502.

Cita

Joseph Addison (1712). On the pleasures of the imagination, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<http://212.128.132.174/d/on-the-pleasures-of-the-imagination> Consulta: 19/04/2024].