En este tercer volumen el poeta y traductor italiano prosigue con la selección de textos poéticos referidos a autores de la primera mitad del siglo XVI. Se incluyen, a modo de pórtico, La fábula de Mondejo, del portugués Francisco Saá Miranda (1481-1558), poeta que escribió su obra en castellano y portugués, introduciendo en esta última el soneto y el dolce stil nuovo, y dos poemas del humanista granadino Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575), aquellos que inician con los versos El no maravillarse hombre de nada… y Si no puede la razón o entendimiento. De ambos autores el compilador enfatiza que «siguiendo las huellas de Boscán y de Garcilaso influyeron con sus producciones en la reforma y perfección de la poesía castellana, haciéndose por consiguiente acreedores de honorífica mención» (p. v).
A continuación se ocupa de la producción de Fernando de Herrera (1530-1597) a quien el compilador italiano dedica su mayor atención en este volumen, traduciendo una oda, seis elegías, cuatro sonetos y un himno, con un total de trece composiciones del poeta sevillano, apodado por sus contemporáneos El Divino (pp. 1-154). Sucesivamente incluye tres sonetos y una égogla del petrarquista Hernando de Acuña (1518-1580) y como cierre dos odas, Qué descansada vida… y Folgaba el rey Rodrigo..., de fray Luis de León (1527/1528-1591). En Hernando de Acuña, afirma Conti, «se advertirá una gracia y dulzura quizás no inferior a la de Garcilaso de la Vega; en fray Luis propiedad, exactitud y arte digna de un verdadero imitador de Horacio, y en Herrera la grandeza de Homero en la Oda sobre la derrota de los moros levantados y robustez enfática de la lírica de las Hebreos en el Himno sobre la batalla naval de Lepanto» (p. iii).
El antologista señalaba en las primeras páginas el importante apoyo oficial con el que había contado su empresa orientada a divulgar las virtudes y riquezas de la poesía castellana, tanto por parte de la protección de Carlos III, como de su ministro Campomanes, al indicar que «la obra que tengo emprendida» había sido realizada «bajo los auspicios de un Monarca siempre atento a promover la gloria, cultura y prosperidad de sus pueblos, y con el favor de un Ministro digno de tal Soberano» (p. i).
La estructura de este volumen respeta la misma disposición de los dos precedentes, anteponiendo a los textos antológicos un breve compendio biográfico dedicado a los respectivos autores («Noticias»), en la que se ofrecen breves, pero utilísimas, notas biográficas de los poetas escogidos (las de Saá Miranda y Hurtado de Mendoza, conjuntamente, al inicio y con numeración romana, a modo de prefacio o paratexto), introduciendo al lector en su obra y en sus virtudes poéticas. Este propósito se acomete de modo más acabado en los provechosos comentarios críticos (esbozo de una historia crítica de la poesía española del siglo XVI) sobre los textos seleccionados en el apartado que cierra la antología («Reflexiones sobre las poesías», pp. 226-335). Tanto las traducciones en español de las noticias biográficas de los autores incluidos como los comentarios de crítica literaria mencionados, como reconoce el compilador italiano (pp. i-iii), han sido obra de su amigo Casimiro Ortega Gómez, numerario de la Real Academia de la Historia.
Por último, Conti incluye al final unas breves páginas dedicadas a la corrección de erratas de imprenta presentes en los tres volúmenes, lo que confirma la continua revisión y actualización de la selección antológica que el italiano emprendió, ya publicada la obra, así como su conciencia lingüística como traductor competente, atento a los cambios y a la fijación del idioma moderno en la España del XVIII. En este sentido, anuncia que en el tomo siguiente «se darán en beneficio del público unos catálogos de varias voces que usaron los poetas comprendidos en los cuatro primeros tomos, según la ortografía de sus tiempos y de las anticuadas, poniendo enfrente las que actualmente son corrientes y arregladas a la ortografía de la Real Academia Española, para la mejor inteligencia de los autores» (p. i).