Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
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Identificación

Carta-respuesta a un monje cisterciense sobre la disertación o respuesta contra el libro de los Estudios monásticos

José de Vera; Juan de Sada (traductor)
1786

Resumen

La disputa ocasionada en el siglo XVII entre Rancé de Bitillier y Jean Mabillon desembocó en una serie de réplicas y contrarréplicas a favor o en contra de las ideas defendidas por cada uno de ellos respecto de la Regla benedictina. En opinión de Mabillon los estudios de los monjes no eran contrarios a las disposiciones de San Benito, mientras que Rancé sostenía que era el trabajo y la penitencia lo que debía ocupar el tiempo de los monjes siendo solo los abades los que debían tener un conocimiento e instrucción más profunda de las Sagradas Escrituras.

Enterrada a juicio de fray José de Vera la polémica, no procedía la traducción al español del texto de Rancé realizada por Sada porque, en la controversia, salió claramente vencedor Mabillon.

El texto se fecha en 1786 en el Catálogo bibliográfico de la Biblioteca Nacional de España.

Descripción bibliográfica

Vera, José de, Carta-respuesta a un monge cisterciense sobre la Disertación, ò respuesta de el Venerable Abad de la Trappa D. Armando Rance de Bitillier, contra el libro de los estudios monásticos, que escribió el R.P. Don Juan de Mabillon benedictino, traducida a nuestro idioma, y dada à luz por el P. Mro. Don Juan de Sada, Monge Cisterciense, Confesor de las Monjas de Tamarite. La escribía el P. mro. Don Josef de Vera, Mro. de el numero de su Congregacion, y Ex-Abad de el Real Monasterio de Fitero, Pamplona: Antonio Castilla, s.a.
50 pp.; 4º. Sign.: BNE R/24123 (12).

Ejemplares

Biblioteca Nacional de España

Cita

José de Vera; Juan de Sada (traductor) (1786). Carta-respuesta a un monje cisterciense sobre la disertación o respuesta contra el libro de los Estudios monásticos, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<http://212.128.132.174/d/carta-respuesta-a-un-monje-cisterciense-sobre-la-disertacion-o-respuesta-contra-el-libro-de-los-estudios-monasticos> Consulta: 23/11/2024].

Edición

[...] Es y pues difícil de entender que todo esto [la elección del abad como hombre docto] pudiera suceder sin estudios serios y sin que hubiese maestros que los dirijiesen y enseñasen a los monjes hábiles y de talento la senda para entrar en la lección de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres, porque viniendo los más a la religión de edad de diez y siete o diez y ocho años, sin más instrucción que la Gramática, ¿cómo se han de habilitar para el estudio de las Santas Escrituras y su inteligencia, para manejar las obras de los Santos Padres debidamente sin que antes oigan a maestros que los instruyan, enseñen y dirijan en lo que necesitan saber previamente y no entren a ciegas en una lección y estudio tan alto como es el de las Escrituras y Padres de la Iglesia? No haciéndose así, sería exponerlos a que entrando sin más luces que las de la latinidad, que aprendieron en las aulas de el siglo, a la lección de la Escritura Sagrada, se sumergiesen en la profundidad de sus arcanos y misterios y que la lectura de los Padres y Doctores de la Iglesia les fuese un laberinto de donde no pudiesen salir a vista de los diversos estilos que se observan en ellos, de las materias tan distintas como altas sobre que discurren y de las diferentes y a veces equívocas sentencias que se leen en sus obras.

Por todo ello, pues, y porque si los abades deben tener toda la instrucción que se ha dicho para llenar su oficio dignamente y han de elegirse de entre los mismos monjes, parece consiguiente necesario, que se cultiven los estudios en los monasterios, donde haya maestros que enseñen y discípulos que oigan. Y si aquello es conforme a la Santa Regla, como lo es, también debe de serlos esto, sin lo cual no pudiera conseguirse, ni tenerse aquellos otro, porque recurrir precisamente a las luces y magisterio del Espíritu Santo es un efugio de nueva invención que no satisface. [...]

Últimamente, no es fácil que se haga constar que Ia Santa Regla prohibe los estudios de los monges, ni que el practicarlos haya sido una novedad viciosamente introducida, sino que mejor así como había desde el principio de la Orden preceptores de los hijos de los nobles, que de niños se recibían en los monasterios para su educación y enseñanza, según la disposición de la Regla, sin que por ello se faltase al retiro, quietud, silencio y demás observancias regulares, así también es constante la práctica de estudiar los monjes y formarse hombres sapientísimos en los claustros benedictinos desde su principio sin desviarse de su Instituto ni apartarse de la Regla y espíritu de su Patriarca. [...]

Hoy los monjes son ya todos sacerdotes que celebran todos los días y para cumplir sus respectivos ministerios deben aplicarse seriamente al estudio, asistir a la iglesia y oficios más horas que allí en el principio y, por tanto, el trabajo de manos de entonces es ya incompatible con la disciplina posterior. Las observancias regulares tienen sus variaciones según los tiempos, circunstancias, diversidad de costumbres y otras ocurrencias y necesidades que van sobreviniendo con la mudanza de los tiempos [...].