Francesco Sacchini (1570-1625) fue un jesuita y profesor de Retórica cuya obra titulada Libellus de ratione libros cum profectu legendi et Oratio de vitanda moribus noxia lectione (1614) fue muy conocida, reimpresa y traducida en el siglo XVIII porque se entendió que constituía un excelente manual para que los jóvenes aprendieran a leer y sobre todo a seleccionar las lecturas. El texto se utilizó como referente para enseñar a leer con orden y método, de forma que son constantes las alusiones a esta obra de Sacchini que se encuentran al teorizar sobre la lectura en el siglo XVIII.
El libro tiene una finalidad moral y se inserta en una tradición de obras pedagógicas de religiosos que identifican la lectura con la obtención de máximas y consejos de orden moral para guiar, sobre todo a los jóvenes, en su comportamiento público y privado. Atendiendo, pues, a la importancia y utilidad de la lectura, Sacchini propone a sus lectores que seleccionen los libros teniendo en cuenta su utilidad práctica y evitando, en consecuencia, las lecturas perniciosas. Así pues, no solo considera obvio que hay que huir de los libros impíos, sino de los que califica de «obscenos», a los que al final del tratado dedica un discurso.
En su opinión, la esencia de la virtud se halla en la moderación, por lo que el vicio y una excesiva vehemencia puede favorecer que los lectores inexpertos se dejen seducir por los malos libros o aquellos otros cuyo estilo sublime y pasional les atrae. De ahí que recomiende preferentemente libros que inclinen a la piedad y a las buenas costumbres como es el caso de los libros de devoción (p. 10). Siguiendo un lugar común de la segunda mitad del Setecientos, aconseja que se lean los mejores autores de cualquier materia y que es mejor realizar una lectura sosegada de un número limitado de autores recomendables que conocer un número elevado de obras insustanciales. Entiende que la lectura debe dirigirse a las fuentes del saber que se encuentran en los escritores cuya autoridad está por encima de toda duda.