Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
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Identificación

Discernimiento filosófico de ingenios para artes, y ciencias

Ignacio Rodríguez
1793

Resumen

El padre escolapio Ignacio Rodríguez (1763-1808) compone este tratado con un propósito pedagógico en el que, de forma sencilla, indaga en la naturaleza del ingenio para su buen empleo en las artes y las ciencias en la línea de Huarte de San Juan y su Examen de ingenios. Adentrarse en la naturaleza del ser racional del hombre y de las operaciones propias del ingenio le parece al autor el mejor medio no solo de conocerse a sí mismo, sino de satisfacer la natural inclinación del hombre a la curiosidad. Defiende así que resulta necesario disponer de buenos preceptos, sana doctrina y profunda erudición, pero que, para convertirse en escritor, es preciso conocerse a sí mismo. De aquí infiere que así se da gusto al que lee, además de hacerle amena y agradable la lectura, y se consigue la contención necesaria para no extraviarse componiendo cosas ridículas o impertinentes.

Por ingenio entiende: «la facultad de producir dentro del alma, trazas, razones y pruebas, o para adquirir el conocimiento de las ciencias, o comunicar a otros las que hemos adquirido a fuerza de nuestro trabajo» (p. 3). Tras categorizar el ingenio y exponer en qué y cómo se manifiesta, se adentra en el que corresponde a cada arte o ciencia, incluída la poesía (art. XIV).

El autor piensa que el ingenio es una condición propia de los poetas que les hace elevarse sobre el resto de los hombres y que procede de su imaginación, la cual no deja de considerar sino como una facultad natural y, en cierta medida, incontrolable.

Descripción bibliográfica

Rodríguez, Ignacio, Discernimiento filosófico de ingenios para artes, y ciencias. Dalo a luz el padre Ignacio Rodríguez de San Joseph Calasanz de las Escuelas pías, Madrid: Benito Cano, 1795.
viii, 338 pp.; 8º. Sign.: BNE R/39646.

Ejemplares

Biblioteca Nacional de España

Bibliografía

Lasalde, Carlos, Historia literaria y bibliográfica de las Escuelas Pías de España, III, Madrid: Tip. San Antón, III, 1927, pp. 229-230.

Méndez Bejarano, Mario, Historia de la Filosofía en España, hasta el siglo XX, El siglo XVIII, Los sensualistas, Madrid: Renacimiento, 1927, T. III.

Cita

Ignacio Rodríguez (1793). Discernimiento filosófico de ingenios para artes, y ciencias, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<http://212.128.132.174/d/discernimiento-filosofico-de-ingenios-para-artes-y-ciencias> Consulta: 23/11/2024].

Edición

ARTÍCULO XIV

Señálase el ingenio que pide la Poesía

[...]

Viniendo, pues, ahora a determinar el ingenio que pide la poesía, decimos que no será muy dificultoso si consideramos que todo quanto dice el poeta es raro, maravilloso, elevado sobre los conocimientos comunes; en una palabra, todo tan nuevo e ingenioso, ya en su composición, ya en el estilo y manera de decirlo que por eso creyó vanamente la antigüedad que la poesía era participacion del lenguage de los dioses y los poetas venidos del cielo. Ello es que entre todas las artes y ciencias del hombre no hay ninguna que más arrebate la admiracion que los dichos sentencias de los poetas. Lo que ellos dicen no es cosa estudiada, ni aprendida de otros, como sucede en casi todas las demás artes, sino de propia invención, que pinta y reviste de tal manera y con tales colores aun las cosas más comunes y cuotidianas que parecen nunca vistas ni oídas, El ingenio criador de los poetas no va atenido, como el de otros profesores a lo que otros antes dijeron o escribieron, lo que nada tiene de particular, sino que inventando siempre cosas nuevas, andan por sendas y rumbos desconocidos a los demás ingenios.

Por lo dicho hasta aquí podemos ya conocer que ningun otro ingenio cuadra mas para este excelente arte que la imaginativa, pues a ella sola pertenece el inventar de nuevo. Bien es verdad que no cualquiera imaginativa podrá constituir ingenio de poeta, sino la que proviene de un temperamento, que haya llegado al último punto de calor. Que este temperamento cálido y fogoso del celebro sea de que causa esta manera de ingenio, se conoce en que se han visto muchos enfermos los cuales, privados enteramente de letras y conocimientos en fuerza de la misma calentura, ha llegado su imagínacion a tal grado de calor que hablaron y respondieron en versos seguidos a lo que se les preguntaba diciendo por otra parte sentencias tan admirables y conceptos tan elevados que daban no poco que pensar a los que no conocían cuánto puede en el hombre para formar el ingenio, el temperamento, y disposicion de los humores del cuerpo. [...] Todo lo cual prueba, si yo no me engaño, que no está en manos de los poetas el no hablar como hablan y el no decir aquellos dichos tan elevados que les ocurren, sino que les mueve a ello su mismo temperamento e imaginativa acalorada, como se lee de Ovidio que sentía en sí tal naturaleza e inclinación a hablar en verso que no se podia contener. [...]